Las invasiones bárbaras o la Casa Crespi sitiada
Publicado: 29 de mayo , 2011...... Arq. Laura Alemán - Instituto de Historia de la Arquitectura - FArq.
El cartel ya lo anuncia: el gesto es inminente y parece inevitable. La célebre Casa Crespi[1] será en breve tragada por una boca voraz: una serie de hilarantes curvas que invade el jardín y la “muerde” hasta matarla. Un edificio como tantos otros se impone a una obra valiosa en el marco de un proyecto aprobado por el municipio.
Esto es producto de una historia en varios capítulos: el intento inicial por demoler la casa, la intención de construirle un bloque encima, esta torpe alternativa. Una historia que cuenta un cuento conocido: el de la tensión que opone el interés privado —construir en altura— al interés público —conservar una obra de valor colectivo—. Y el resultado es el fruto de la transacción: expone el acuerdo de un modo directo, literal, palmario. Exhibe el conflicto. Hace evidente el problema, y en ese curioso efecto didáctico reside su único mérito. ¿Pero cuál es el nudo de este dilema? La ubicación de la casa en un tramo que está en pleno proceso de sustitución tipológica. La contienda entre la altura que habilita la norma y el valor de una obra “de interés municipal” cuyo reemplazo (ahora) se descarta. Porque algo nos dice que no debe ser reemplazada. Y este “deber” tiene aquí el peso de un imperativo kantiano: es una voz categórica que se vuelve mandato. En el fondo está la evaluación de la casa: la afirmación de su valor estético/histórico y el llamado a preservarlo.
Pero la Casa Crespi no será demolida. Eso sí: será disuelta, desvirtuada, deglutida. Presa de una opción salomónica, será enterrada bajo su propia parodia. Porque el nuevo edificio no sólo invade su predio y la acorrala: pretende imitarla, la emula. Recurre a la mimesis para legitimar y atenuar su impacto. En su puerilidad, convierte el pulso impetuoso de lo moderno en “estilo”; al internar replicarlo lo anula. La propia apuesta publicitaria deja esto muy claro: presenta la casa como “una vivienda unifamiliar al estilo art decó con referentes náuticos”. Y no arriesga otro comentario.
En ese marco la Casa Crespi se desnaturaliza. Se vuelve anécdota, dibujo borroso, boceto impreciso. Queda atrapada en una paradoja que hoy se multiplica: para seguir existiendo debe renunciar a sí misma. Y el costo de la empresa resulta demasiado alto. Una vez más. ¿Es que nadie va a decir basta?
Parece difícil que alguien diga algo en este sentido. Porque la arquitectura no tiene el estatuto del arte: no es “inútil” ni reclama conservarse intacta. Es un hecho dinámico. Pero esta distinción no siempre es tan diáfana: hay ciertos edificios que merecen ser protegidos, como un manuscrito de Onetti o un dibujo de Barradas. El problema es que en el caso de la arquitectura esto no siempre es rentable: alterar o demoler un edificio suele ser más lucrativo que respetarlo. Y entonces la opción es muy clara: destruir valiosas obras edificadas. Un mecanismo naturalizado a tal punto que resulta invisible o se dice inevitable. Cabe entonces desnudar la ficción: nadie ignora la complejidad de lo urbano, pero es posible operar desde la breve rendija que nos damos.
Puede aducirse que estas líneas surgen de un círculo estrecho y no cuentan con el consenso necesario. Y esto conduce a una incómoda tierra movediza: la que da pie al concepto de patrimonio y habilita el difícil recorte de un dominio en este sentido.
Pero cabe destacar algo. La Casa Crespi es una obra moderna, de difícil convalidación masiva. Es víctima de la compleja construcción social del gusto y su poder tiránico. Poner la lupa en ella supone una labor docente. Implica instalar lo moderno como universo digno de ser apreciado. Supone cuestionar la desidia. Y negar la longevidad como valor sustantivo del repertorio a ser cuidado.
Y algo más. El origen puntual de esta cruzada no la invalida ni le resta impacto, y menos si se considera la orfandad de lo moderno en este sentido. Ni Bonet, ni Fresnedo ni Crespi han sido respetados en estos años (léase Solana del Mar, Casas Martirena-Dighiero y lo aquí comentado). Y la lista es más larga. Si aún no hay consenso en asignar valor cultural a la arquitectura moderna, ya es hora de construirlo. Y la academia debe contribuir a ello: no hay voz más obligada a intentarlo.
[1] Autor: Arq. Luis Crespi. Fecha: 1938. Ubicación: Julio María Sosa 2237. Bien de Interés Municipal.
Laura Alemán
Instituto de Historia de la Arquitectura
FArq-UdelaR
Muy bueno el artículo.
Una invitación a ir más allá de la reflexión desde farq.
pero no les da verguenza?? critican un proyecto que al fin como minimo respeta la arquitectura anterior a el pero no han sido capaces de manifestarse ni hacer nada con otros miles de edificios que estan desapareciendo en montevideo de gran valor arquitectonico para ser sustituidos por cajas con balcones y que no tienen diseño alguno…
la verdad que parecen ciegos. estan fuera de la realidad ustedes y miran para el lado equivocado. Estas cosas deberian ser muy elogiadas y tomadas como ejemplo para conseguir que en Montevideo se dejen de demoler casas antiguas para hacer modernos edificios que no han querido ni como minimo preservar fachadas que son todo un ejemplo artistico e historico de la ciudad
porque en lugar de criticar este proyecto no critican el Puerta del Sol. Ese proyecto tiro dos valiosisimos edificios de Montevideo, los hicieron desaparecer como si no fueran nada, y no hubo critica. Eso si, aparece un proyecto que conserva la casa y encima intenta hacer un diseño que respete sus lineas y ustedes lo critican??? ESTAMOS TODOS LOCOS O QUE??
Pregunta…
De dónde salen los arquitectos mediocres que están destrozando el patrimonio montevideano?
Sin esperar su respuesta, me atrevo a decir que estos son formados en la Facultad de Arquitectura de la UDELAR, así que los invito a reflexionar un poco y a ser autocríticos!
Por otro lado, critican uno de los pocos, sino el único, proyecto que intenta integrar al patrimonio y no simplemente volarlo de un plumazo, han habido cientos de demoliciones en los últimos tiempos, y critican un proyecto que en vez de demoler, integra?
Son una vergüenza! Y es la Farq quien engendra a los mediocres arquitectos que están destruyendo el patrimonio de la ciudad; así que antes de publicar un artículo tan ridículo como éste, reflexionen, y a la hora de diseñar para nuestra ciudad piensen más en su valor y menos en embolsarse un cheque bien gordo!
Creo que se equivocan con esta crítica, le están pegando a uno de los poquísimos intentos de construír algo sobre lo existente y tratar de respetarlo todo lo posible, parece que no ven o no se dan cuenta de las miles de demoliciones que Montevideo está sufriendo para que arquitéctos (que no nacen de un repollo sino de la propia FARQ) “diseñen” edificios cada vez mas idénticos, mas prismáticos, mas desechables.
La casa Crespi es invadida si, nadie lo discute, pero no es destruída. Repito, se equivocan con este crítica, y se equivocan al no criticar con la misma pasión como se arrasa con la memoria de su ciudad.
Saludos.
Bueno, creo que se enfocan mal en criticar un proyecto que integra una casa con gran valor arquitectónico pero que sola tampoco presenta mucho para admirar. Ademas en vez de concentrarse en que la casa en si no va a estar tapada por el edificio, se va a mejorar el estado deplorable de la misma, y ademas se le dará vida, no, se enfocan en hacer creer que el proyecto avasalla con la casa, lo cual es incorrecto ya que la resalta y respeta e imita sus lineas curvas y simples. Peor hubiera sido que la demolieran no?
Por ultimo, creo necesario recordarles que hay hermosos palacios que han sido destruidos hoy en día por cajas de zapatos, como por ejemplo en avenida brasil donde se construye un edificio recto en el lugar de dos palacetes que eran hermosos, concéntrense en eso y si pueden hagan algo por esas verdaderas atrocidades, no por estos proyectos que resaltan y rescatan casas de este estilo del olvido, abandono, desidia y de una demolición.
porque no aprueban los comentarios?? un poco de humildad y acepten las criticas
Para una vez en la vida que alguien trata de integrar parte de nuestro patrimonio arquitectonico en un proyecto nuevo en lugar de destruirlo ustedes lo critican, Mejor deberian de dedicarse a recorrer la ciudad para ver lo que se esta demoliendo para construir cajas de zapatos con cero aporte a la estetica de la ciudad, realizados por arquitectos egresados de la Facultad de Arquitectura de la UDELAR educados seguramente por catedraticos como ustedes.
El Proyecto Golf Drive es sencillamente excelente y salva como pocos o ninguno hasta ahora en Uruguay, una casa destinada a desaparecer con mucho valor arquitectónico.Esta chica Laura no tiene ni idea de historia de la Arquitectura, ni de la Arquitectura una simple charleta como abundan en el Rio de la Plata.
Saludos desde Alemania donde tonterías como estas no se publican directamente.
Pues vergüenza le debería dar a los que aplauden una construcción que, como no la dejaban demoler el edificio, lo usan como apéndice sin preocuparse ni un poquito en su organicidad en la construcción. Esta construcción (vinculada corporativamente con el célebre estudio Posadas y Vecino) es otro de los ejemplos ridículos en los que los constructores (ingenieros, arquitectos o lo que sea) y las corporaciones inversoras (vinculadas un poco al narco, un poco al lavado y sobre todo al capital obtenido mediante la explotación humana) se cagan en todo y el estado los aplaude porque “es una inversión, viva viva” y aplauden como estúpidos. Y la verdad que esto no integra nada, es una cagada frita.
A mi esto me parece el Westin Bonaventure en versión Uruguaya, mucho más pedorra, menos conceptual y, a fin de cuentas, más olvidable, igual que los gobiernos, los empresarios y los profesionales uruguayos.
Y si, esta no es la primer casa que derrumban o “integran”, pero eso no hace que este caso no sea igual de triste, pero si es más simbólico, porque acá la violación es amable, mientras el costructor se clava al pobre edificio le dice “ah pero que lindo que sos”, y como le dice eso nosotros nos quedamos mirando.
Pero la culpa no es del arquitecto, el arquitecto fue a una facultad donde le enseñaron a hacer cajas de zapatos como forma de ganarse la vida, solo unos pocos aprenden (y muy a contracorriente de la hegemonía que califica a esto de pensar como “viru viru”). Y si el tipo trabaja de hacer esas porquerías y un día le traen un fangote de guita para hacer lo que sea lo va a hacer, porque fue educado en que uno estudia para conseguir trabajo, trabaja para juntar plata y junta plata para comprarse un 0km, es como quejarse que el tipo que fue educado para matar perros un día mata un lobo. A fin de cuentas el arquitecto gomero no es distinto al tipo de la perrera.
La responsabilidad es estatal, es académica y es social. Estatal porque el estado permite e incentiva una industria perjudicial para el urbanismo y a mediano plazo muy perjudicial para la economía (no se donde van a trabajar los arquitectos en tres años y medio) solo por la “mágica” inversión (así empezó la cosa en españa). Es académica porque la farq (y toda la UdelaR utilitarista de Arocena parte del país servilista de Mujica) solo se piensa a sí misma como fábrica de “proletarios calificados” para que trabajen en los grandes emprendimientos “productivos” y olvidó aquello de formar ciudadanos y cambiar el mundo. Es, finalmente, social porque nuestra sociedad (como todas las estúpidas sociedades de consumo) entienden respecto al estudio lo mismo que Mujica, ven a la economía igual que la tecnocracia monetarista y actúan igual que estos arquitectos gomeros.
Sin nada más que decir, saludos
Pues vergüenza le debería dar a los que aplauden una construcción que, como no la dejaban demoler el edificio, lo usan como apéndice sin preocuparse ni un poquito en su organicidad en la construcción. Esta construcción (vinculada corporativamente con el célebre estudio Posadas y Vecino) es otro de los ejemplos ridículos en los que los constructores (ingenieros, arquitectos o lo que sea) y las corporaciones inversoras (vinculadas un poco al narco, un poco al lavado y sobre todo al capital obtenido mediante la explotación humana) ignoran cualquier valor social y el estado los aplaude porque “es una inversión, viva viva”. Y la verdad que esto no integra nada, es horrible.
A mi esto me parece el Westin Bonaventure en versión Uruguaya, más mediocre, menos conceptual y, a fin de cuentas, más olvidable, igual que los gobiernos, los empresarios y los profesionales uruguayos.
Y si, esta no es la primer casa que derrumban o “integran”, pero eso no hace que este caso no sea igual de triste, pero si es más simbólico, porque acá la violación es amable porque dejan un pedacito de edificio, y como hacen eso nosotros nos quedamos mirando.
Pero la culpa no es del arquitecto, el arquitecto fue a una facultad donde le enseñaron a hacer cajas de zapatos como forma de ganarse la vida, solo unos pocos aprenden (y muy a contracorriente de la hegemonía que califica a esto de pensar como “viru viru”). Y si el tipo trabaja de hacer esas cajas de zapatos y un día le traen un maletín lleno de plata para hacer lo que sea lo va a hacer, porque fue educado en que uno estudia para conseguir trabajo, trabaja para juntar plata y junta plata para comprarse un 0km, es como quejarse que el tipo que fue educado para matar perros un día mata un lobo. A fin de cuentas el arquitecto no es tan distinto al hombre de la perrera.
La responsabilidad es estatal, es académica y es social. Estatal porque el estado permite e incentiva una industria perjudicial para el urbanismo y a mediano plazo muy perjudicial para la economía (no se donde van a trabajar los arquitectos en tres años y medio) solo por la “mágica” inversión (así empezó la cosa en españa). Es académica porque la farq (y toda la UdelaR utilitarista de Arocena parte del país servilista de Mujica) solo se piensa a sí misma como fábrica de “proletarios calificados” para que trabajen en los grandes emprendimientos “productivos” y olvidó aquello de formar ciudadanos y cambiar el mundo. Es, finalmente, social porque nuestra sociedad (como todas las sociedades de consumo) entienden respecto al estudio lo mismo que Mujica, ven a la economía igual que la tecnocracia monetarista y actúan igual que estos arquitectos.
Sin nada más que decir, saludos
A mi me encanta el proyecto. Me parece una excelente solución. Imitar y mimetizarse no implica desvirtuar sino todo lo contrario cuando se realiza virtuosamente.
Saludos