El último croquis
Publicado: 29 de mayo , 2011Actividad de Facultad frente a las viviendas Martirena-Dighiero del Arq. Fresnedo Siri
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El pasado viernes 25 de mayo a las 10 horas se desarrolló la actividad denominada “El último croquis”.
En la avenida Ponce, frente a la viviendas Martirena-Dighiero del Arq. Fresnedo Siri, se congregaron estudiantes y docentes de Medios y Técnicas de Expresión I con su instrumental de dibujo para registrar por última vez y en pleno proceso de demolición, las calidades que merecieran la atención de sucesivas generaciones de estudiantes de arquitectura. La actividad, que promovía la sensibilización de estudiantes y público en general sobre cómo se procesan los cambios en la ciudad y cómo se valoran y gestionan los bienes culturales, concitó la atención de medios radiales y televisivos, redundando en entrevistas a los profesores Laura Cesio y Andrés Mazzini del Instituto de Historia de la Facultad.
“El último croquis” hizo evidente que lo que se pierde no es sólo una construcción histórica y que otras dimensiones del objeto están implicadas, incluso la de material didáctico. Lo que se pierde también es la posibilidad de aprender en el futuro; lo que se pierde es una lección de arquitectura.
Pablo Kelbauskas
Asistente Académico
área enseñanza
Farq_Udelar
Imágenes de la actividad:
Fresnedo y la caída de la cornisa dórica – Opera Mártir.
El anuncio de la demolición de las casas Dighiero – Martirena, ha desencadenado en nuestra Facultad de Arquitectura nuevas y saludables iniciativas. La redacción de un informe por el Instituto de Historia de la Arquitectura (IHA) y su consideración en el Consejo de la Facultad, la convocatoria -también desde el IHA- para confeccionar un listado de obras a proteger, junto con la propuesta de la Cátedra de Medios y Técnicas de Expresión de llevar a los estudiantes a realizar el último croquis de la obra una vez iniciada la demolición, e incluso la salida a la prensa del arquitecto Conrado Pintos para manifestar la preocupación por el tema, parecieran augurar un promisorio escenario. ¿Estaremos ante un punto de inflexión que implique un cambio en el proceder de la Universidad respecto a nuestro acervo arquitectónico?
La demolición de hoy se suma al listado de obras que -en todo el territorio- vemos desaparecer, sea por la ausencia de normativa o por la burla de la misma cuando existe, pero en cualquier caso por la pasividad de una sociedad civil que se sorprende, se indigna, pero no se moviliza al efecto.
La destrucción de edificios y tramos relevantes, la obstrucción de visuales características, así como los cambios de alineación y de alturas permitidas por la autoridad departamental, son modos habituales con los que se expresa sobre la ciudad la presión de la especulación inmobiliaria.
En Montevideo en las últimas dos décadas vimos desaparecer la casa Urtubey (“Castillo de Baldomir”, en Bulevar Artigas y Rivera), y también hemos perdido en varias calles de la Ciudad Vieja la vista de la bahía debido a la estiba de contenedores que dentro del recinto portuario no considera el trazado vial aledaño (calles Treinta y Tres, Misiones y 25 de mayo, por ejemplo). En este mismo período el cambio de la alineación de los retiros en la rambla de Malvín (y también en Estanislao López) ha permitido la construcción de medianeras expuestas y la consecuente obstrucción de la vista y asoleamiento que gozaban previamente los linderos. Asimismo cabe recordar que desde hace muchos años contemplamos, ya acostumbrados, como se juega con el Hotel Carrasco. Para cerrar este collar de perlas resulta importante tener presente la reciente demolición del edificio esquina de Circunvalación Durango y Washington, en Plaza Zabala, (edificio con grado 3 de protección en el inventario de la Ciudad Vieja) donde entre otros se manejó como argumento “levantar en su lugar una nueva edificación, la que por su volumetría y altura podría tener mejor adaptación al entorno”, lógica que de prosperar llevaría a la recomendable e inexorable demolición del Palacio Taranco.
El castillo Pittamiglio, paradójicamente, está concedido a la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay (APPCU), entidad que reúne a quienes en su labor cotidiana no lograron sustituirlo por 10 pisos contemporáneos, dada la afectación a la que -aparentemente por la fuerza de la alquimia- continúa sometido.
Pero no debemos confundirnos, “la culpa” no es de Pintos Risso, por citar al clásico demonio del encono popular. La responsabilidad real es del Estado -en el ámbito nacional tanto como departamental- quien debe legislar y normar para el ejercicio de una profilaxis urbana y territorial donde promotor, propietario y técnico interviniente no puedan ser actores que potencialmente tuerzan el fiel a su conveniencia.
Ciertos textos normativos vigentes (caso Ciudad Vieja) posibilitan una exégesis demasiado amplia, permitiendo -con el argumento de dar cierta flexibilidad- una peligrosa discrecionalidad.
El Ultimo Croquis -una iniciativa enormemente positiva- no deja de ser en sí misma aceptar la sentencia y expresarse contemplando la agonía. El Ultimo Croquis valdría aun más la pena si fuera señal de que se está operando una revisión del papel que debe jugar la Universidad respecto al medio.
Bien valdría la “caída” de esta obra de Fresnedo si lo hiciera en clave de ópera mártir, si significáramos en ella un cambio de actitud -responsable y activa- de la Facultad de Arquitectura y de la Universidad de la República hacia el patrimonio.
¿Haremos ahora El último Croquis de la casa Crespi, o por el contrario se convocará a debatir y cuestionar esta nueva barbaridad en proceso? Una obra destacada, catalogada como “Bien de Interés Municipal”, ubicada en zona con máximo de altura permitida 13,50 metros será mordida por una mole de 30 metros -cómo fruto de la tan frecuente excepción- al solo efecto de que alguien lucre, primando el interés particular sobre el general. Eso sí, todo avalado por la Intendencia de Montevideo.
La Universidad de la República, que ha aportado tanto a la construcción social, política y cultural del país, debería hacer suya -a través de la Facultad de Arquitectura- la convocatoria del IHA, promoviendo asimismo la apertura de la discusión de la necesaria y demorada Ley de Patrimonio Cultural.
La Facultad de Arquitectura y la Universidad de la República tienen la oportunidad de asumir el liderazgo, y poner el tema en la agenda nacional.
El próximo entonces debería ser el croquis de un futuro plan de acción en la materia.
Ramiro Rodríguez Barilari
Excelente!
Muy bueno Ramiro! apoyo total al debate sobre estos temas. Si se convocan otras iniciativas avisen! beso grande Isa
@Francisco Lapetina
Muy bueno!!
Notable Ramiro ! Será todo al revés?
“Venderemos el rico patrimonio de los Orientales al miserable precio de la especulación”
Indignemonos!!
Que cierto todo… Una pena esperemos que sirva para generar la alerta y las acciones apropiadas para lo que queda. Eso además contribuiría a mejorar la calidad lo que se genera. Seguramente.
Excelente el artículo Ramiro!… hace falta reflexionar y actuar mas al respecto del patrimonio, y ni que hablar de nuestra arquitectura moderna, tan excepcional que llevó a alguno a decir que se trata de uno de los inventarios mas completos del mundo de este tipo de expresiones.
Vale tambien reflexionar sobre el costo de este tipo de edificios, en general bastante alto, ya que en ocasiones la única forma de mantenerlos en pié sería conseguir filantropos amantes del diseño que los compren para mantener indemnes… ojalá asi hubiese sido el personaje que maneja hoy la “Solana del Mar”…. pero esta es una utopía.
Lo que debería pasar es que quienes pueden comprar este tipo de edificios, reciban suficientes beneficios como para que sea mas atractivo tener el bien que especular con la tierra sobre la que se posa.
Especialmente las empresas son las mas sensibles a adquirir edificios de valor patrimonial, los cuales llegan incluso a utlizar para apoyar su marca, actualmente uno de los pocos alicientes para que éstas se encarguen de aquellos elementos tan importantes en el paisaje urbano de todos.
Afortunadamente, como me han comentado colegas de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, se esta trabajando a este respecto, buscando aumentar significativamente los beneficios para poseedores de este tipo de bienes.
Como siempre admirable tu labor y tenacidad.
No hay que acostumbrarse a que las cosas sólo pasan, cada uno deberíamos, desde nuestro lugar, hacer.
Impecable, Ramiro. Y ojalá sirva esto de algo.
Es indignante y paradógico que cada año, paralelamente a esta situación, se conmemore el día del patrimonio…
Muy bueno ramiro! Espero que el aporte que hagamos desde los estudiantes por mas mínimo que sea sirva para algo y que esto no quede como algo pendiente